Las denuncias expuestas por Nisman exhiben en superficie la fragilidad en la que se encuentran muchas instituciones del Estado. Sectores estratégicos, no pavada. Lo cual nos recuerda que somos un país joven o una semicolonia, directamente. La trama de relaciones y subordinaciones múltiples de las que el fiscal formaba parte lo llevó a acusar públicamente a Irán no solo como culpable de los atentados de la AMIA, sino de algo más grave aún, de exportar la revolución islámica a los países sudamericanos con el beneplácito de los gobiernos progresistas de la región, infiltrándose en estamentos estratégicos de los Estados, como lo son las centrales de inteligencia. ¿Qué pruebas tenía para solventar semejante acusación y hacerla pública en medios internacionales? Ninguna concluyente, y las fuentes de información usadas fueron las mismas con las que armó la enmarañada causa por encubrimiento del atentado terrorista a la mutual judía; datos suministrados por agentes de la SIDE, aportados por servicios de inteligencia norteamericana, en constante dialogo con la embajada yanqui.
El periodista Santiago O´Donell, quien recibió de Julian Asange más de 2500 cables diplomáticos estadounidenses referidos a la Argentina, es quien detalló con más precisión y pruebas fehacientes esta relación entre el fiscal y los Estados Unidos. Lo hizo en artículos periodísticos y en dos libros, ArgenLeaks (2011) y PolitiLeaks (2014). O´Donell informa que los cables muestran que fue el gobierno norteamericano quien impulsó la investigación de los sospechosos iraníes acusados de haber cometido el atentado de la AMIA, mediante reuniones entre Alberto Nisman y distintos funcionarios estadounidenses. En estas reuniones persuadieron al fiscal para que deje de lado otras pistas y se focalizara solo en los iraníes. Los contactos entre el fiscal y la embajada eran fluidos, Nisman recibía instrucciones y también acudía para mostrar los avances de la investigación y adelantarle las decisiones del juez Canicoba Corral.
El fiscal se mostraba muy solícito frente a las sugerencias que le hacían los norteamericanos. Inclusive, en diciembre de 2007, muestran los cables filtrados, el fiscal llevó un borrador a la embajada que no fue aprobado, razón por la cual volvió dos meses después con un documento que recogía las recomendaciones que hicieron los funcionarios norteamericanos. El fiscal hasta llegó a disculparse en varias ocasiones por no informar sus pasos y los de la investigación al embajador. “Nisman pedía muchas disculpas y agradecía el apoyo y la ayuda del gobierno de los Estados Unidos y que de ninguna manera quería socavar eso”, escribió el embajador Anthony Wayne en el correo electrónico hackeado por wikileaks y publicado en ArgenLeaks. Cuenta O´Donell que cuando el fiscal lo citó a su despacho a raíz de la publicación de su libro, Nisman le reveló que prácticamente toda su información provenía del agente Jamie Stiusso, quien tenía la confianza de los servicios secretos estadounidenses e israelíes.

Así, el fiscal, funcionario de nuestro poder judicial, introdujo siempre hipótesis de conflicto que respondían a los intereses geopolíticos de Washington. El Hezbolá está operando en la región, advertía Nisman en medios internacionales. La CNN, la agencia de noticias española EFE y dpa, la principal agencia de Alemania, por mencionar solo algunas, replicaban la cantaleta del fiscal, de que Irán había instalado en Latinoamérica “estaciones de inteligencia destinadas a cometer, fomentar y patrocinar actos terroristas, en consonancia con sus postulados de exportación de la revolución”.
Esta investigación paralela que pondría al descubierto la influencia del terrorismo islámico en Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, entre otros países, según el fiscal ¿surge como consecuencia de un avance en las investigaciones del caso AMIA que debía investigar Alberto Nisman desde la Unidad Fiscal especial creada para resolver los atentados? No. De hecho, la causa AMIA sigue sumida en una nebulosa. No hay elemento probatorio alguno, ni siquiera la hipótesis de que fue perpetrado por un iraní inmolado en una Trafic cuenta con evidencias suficientes. Pero volvamos a lo principal, Nisman se desvía de su principal responsabilidad que era el atentado en la mutual judía y denuncia infiltración terrorista en América Latina, una región que los norteamericanos habían perdido desde el rechazo al ALCA y el desarrollo económico consecuente de las potencias de la región que incentivaron su comercio con el bloque regional y con China. La acusación de que el Hezbolá (catalogado por Estados Unidos como un grupo terrorista en su guerra contra el terrorismo) operaba en países latinoamericanos, implicaba allanar la región para una intervención yanqui.
Esto deja en evidencia que la estrategia norteamericana de restablecer su influencia en la región tiene múltiples tácticas y caras. Una de ellas fue lanzar la hipótesis del terrorismo en la región mediante Nisman que si bien no trascendió por su gran inconsistencia, sin embargo sirvió para generar incertidumbre, y en paralelo esmerilaron la imagen del gobierno kirchnerista acusándolo de encubrir los atentados terroristas del 18 de julio de 1994.
En este sentido, también se inscriben los golpes blandos de la región en donde la embajada norteamericana metió la cola; como en Paraguay que tuvo un cambio de gobierno abrupto, mediante un juicio político irregular; o en Brasil en donde destituyeron a una presidenta con una denuncia por corrupción de la obra pública que tiene origen en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, ni más ni menos. En todos los casos, los cambios de gobierno implicaron la asunción de administraciones dispuestas a someterse a los designios de la Casa Blanca.
Más allá de la suerte que corrió el fiscal, cuya muerte difícilmente se esclarezca, como tampoco sabremos a ciencia cierta que ocurrió con la AMIA, ni en la Embajada de Israel, la explosión de la fábrica de armas de Río Tercero o la muerte del hijo del presidente Carlos Menem, los hechos consumados en torno a Nisman, sus relaciones y el curso que le dio a la investigación, evidencian la debilidad de nuestras instituciones frente a la intromisión de otros países. El fiscal ofició en todo momento como un agente de los intereses yanquis en la región, lo cual pone de manifiesto la poca independencia del poder judicial de la injerencia de la política internacional de las potencias.
La obsecuencia de Nisman frente a las instrucciones norteamericanas significó una pérdida de soberanía jurídica; al tiempo que la instalación mediática de las denuncias de Nisman significó que el contenido de la agenda de discusión pública fuese digitado, en gran parte, por la embajada norteamericana. Ergo, el Estado Argentino, en sus poderes judicial y mediático, fue carcomido como un queso gruyere por intereses foráneos. Asimismo, si hay algo que la causa AMIA y la muerte de Nisman evidencian es el estado de desregulación orgánica en que se encuentran nuestros servicios de inteligencia y la anarquía en la cual operan los agentes, prestos a venderse al mejor postor.
Mención aparte merece el rol de la oposición política en torno a la muerte del fiscal. Patricia Bullrich, Elisa Carrió, el ex presidente Mauricio Macri y diferentes referentes del radicalismo convocaron a una movilización a un mes del deceso del fiscal. Ayer, al conmemorarse cinco años del trágico episodio también hubo movilización a la que asistieron la líder de la Coalición Cívica, Fernando Iglesias, Graciela Ocaña, Waldo Wolf, entre otros, pidiendo justicia por lo que ellos consideran un asesinato. Sus acciones por ensalzar al fiscal como héroe de la patria se contradicen con los valores que aparentemente persigue su espacio, que son la honestidad y la lucha por la corrupción. Recordemos que Alberto Nisman tenía cuentas con altas sumas de dinero en moneda extranjera sin declarar y su madre vació tres cajas de seguridad a escondidas de la fiscal del caso, cuyo contenido se desconoce. También, Diego Lagomarsino reveló que el fiscal de la causa AMIA le retenía la mitad del sueldo, condición para que el informático ingrese a la UFI-AMIA. Estas conductas espurias conocidas por todos dejan en descubierto el oportunismo de la oposición política, al tiempo que tal cinismo evidencia que su “lucha contra la corrupción” es solo una consigna vacua y engañosa.