Al comienzo de la cuarentena, cuando la peste era un enigma que arribaba desde Europa para colonizar nuevos territorios, luego de cobrarse 31 mil vidas y fagocitar más de medio millón de organismos (según los registros de ese entonces), el infectólogo Hugo Roland nos decía que la cuarentena temprana dispuesta por Alberto Fernández era una medida “correcta, oportuna e histórica”. Luego de varios meses en donde el gobierno nacional cedió la administración de la emergencia sanitaria a las provincias, los médicos pasaron de héroes a un elemento más de la fauna cotidiana, el virus se pasea a sus anchas por todo el territorio nacional, la grieta política llegó al campo de la ciencia, el mundo superó el millón de muertes por coronavirus y los contagios se registran por más de 33,7 millones, entrevistamos nuevamente al doctor Roland.
“Los gobernantes le soltaron la mano a los médicos”, reflexiona quien fue 13 años director del hospital Rawson evidenciando que se rompieron consensos esenciales básicos, aquellos que permitieron que durante varios meses los contagios se mantuvieran controlados y el manejo de la pandemia fuese elogiado por líderes políticos, científicos y medios de difusión de renombre internacional. Las medidas de aislamiento temprano, reflexiona Roland, permitieron que desaparezcan todas las enfermedades respiratorias, como señalan los informes epidemiológicos. Esta situación excepcional “permitió al equipo de salud capacitarse y entrenarse de una manera espectacular”, a pesar de que “para algunos era un absurdo” esa inversión de recursos porque “no había pacientes”.
Sin embargo, la realidad actual es otra. Sectores opositores al gobierno dan la lucha política en el plano sanitario fogoneando el descontento, desgastando al oficialismo e intentando capitalizar el hartazgo social que una pandemia prolongada genera, para de este modo encontrar allí la centralidad que les fue esquiva en las urnas. Por su parte la débil coalición gobernante, que en un principio presumía “júzguenme por los resultados sanitarios”, hoy cede frente a las presiones de quienes carroñan en la pandemia y plantean las dicotomías: economía/salud, libre circulación/cuarentena y hasta república o autoritarismo.
Quien comanda el equipo que lucha contra el coronavirus desde DASPU (Obra Social Universitaria) señala al respecto que “fue ganando espacio el discurso pro contagio, anti cuarentena, y asistimos a una penetración ideológica que ganó la conciencia colectiva e hizo que desde el poder se flexibilizara absolutamente todo, lo que nos llevó a la realidad a la que hoy asistimos: disparo vertical de nuevos casos, aumento sostenido de la mortalidad, saturación del sistema. Mientras que por otro lado, hay un mensaje escindido de la realidad de que “acá no pasa nada” y que la vida tiene que seguir con total normalidad”.
«Un gran carnaval en la superficie y una terrible tragedia en la realidad».
Iniciativa Política: Con más de 730 mil contagios desde que llegó la pandemia acá, alrededor de 16.500 muertes y con más del 60% de las camas de terapia ocupadas, sectores de la oposición política acordaron una agenda en dónde proponen volver a las aulas y garantizar la libre circulación entre las diferentes provincias ¿qué opinión le merece?
Hugo Roland: Por lo menos irresponsable. Han incorporado también a su discurso a un lumpenaje psiquiátrico con el que no se puede comunicar. Han logrado que aparezcan personajes asesores que nunca estuvieron en el llano y hoy opinan como expertos. Un gran carnaval en la superficie y una terrible tragedia en la realidad.
IP: Además de la irresponsabilidad de los medios y parte de los representantes políticos llamando a la desobediencia ¿coincidís con que la estrategia comunicacional oficial es deficiente?
HR: Extremadamente débil y sin convicción, con errores tácticos groseros. Por ejemplo, la apertura de “reuniones familiares” para algunos como un hecho de vanguardia en materia de flexibilización, resultó la convocatoria a una especie de nueva celebración, lo que provocó que se reuniera más gente de lo que habitualmente ocurre. Estoy convencido de que una gran porción de focos tiene como origen esta “nueva celebración de la flexibilidad de la vanguardia”.
IP: ¿Cómo juzga las medidas que rigen a partir de esta semana en Córdoba?
HR: Un puñado de arena en el escenario de correr un médano. Este es otro tema importante, los bares, ¿cómo regular la distancia, el uso de barbijo y el tiempo que se comparte en un lugar en donde la actividad es lo diametralmente opuesto a lo que se propone, que es el distanciamiento de por lo menos 2 metros, uso de barbijo y reunión por no más de 15 minutos? Un absurdo, sin lugar a dudas. En los bares se dan todas las variables juntas para el contagio.
IP: Dado este panorama ¿con qué escenario nos encontraremos en las próximas semanas o meses?
HR: Con una demanda que desborda, con un equipo de salud agotado, diezmado por los aislamientos, enfermos e incluso muertos; además subvaluado y depreciado. A esta altura de la epidemia, los estándares de calidad en la atención comienzan a decaer y esto genera más angustia en los trabajadores de salud. Situación que nos lleva inexorablemente a un aumento de la mortalidad imprevisible y a un lugar indeseado por todos.
IP: ¿Se puede revertir ese escenario?
HR: Se puede intentar, que sería lo éticamente deseable. Si detenemos la movilidad del virus y estimulamos el distanciamiento por 14 días, que es el lapso que abarca un período de incubación, podríamos bajar la carga viral en la población y de esa manera administrar mejor la demanda y así poder dar una respuesta que no sea trágica.
IP: En lo que respecta a la variable muertes ¿cómo analiza la letalidad del virus en el país (porcentaje de muertos del total de contagios) y qué se puede esperar a futuro en este sentido?
HR: Está en aumento, sin intervención creo que aumentará más. No obstante, aún la letalidad es del 2,2%, está relativamente baja. Esto se debe al efecto de la cuarentena inicial, situación que muchos no quieren ver. Si comparamos con la letalidad que España llegó a tener entre marzo y abril, sin intervención, sin cuarentena, ésta fue del 17%. ¿Por qué Argentina, ahora, sin intervención no llegaría a cifras similares? Es la pregunta que hay que hacerse.
IP: Teniendo en cuenta el aumento de la oferta del sistema sanitario durante los primeros meses ¿existe la posibilidad de dotarlo aún más de unidades de terapia intensiva y de personal para evitar el colapso o ese recurso ya está a tope?
HR: El recurso humano es lo más difícil, tarda años en entrenarse y especializarse en algo subvaluado y depreciado. Ahora asistimos a las consecuencias. Lo más fácil es comprar aparatología. El problema es que a esos aparatos y a los pacientes los debe atender gente con experticia. Esta es la trampa que no se puede soslayar. Además, el recurso humano está agotado y diezmado por la epidemia y el pluriempleo.
IP: ¿Entonces la única alternativa para evitar el colapso sería reducir contagios limitando la circulación?
HR: Y garantizando la distancia entre personas. Hay que dejarlo solo al virus, no hay que ir a buscarlo.
IP: Por último, hace algunos días los medios de difusión opositores pusieron en tela de juicio los registros de muertos, sugiriendo que los desfasajes obedecen a intentos del gobierno por maquillar la realidad y mostrar a la cuarentena estricta como un éxito, cuando esto no sería así, razonan ¿qué tiene para aportar a esta discusión?
HR: Esto es parte del lumpenaje psiquiátrico y mercenarios mediáticos de los que hablaba antes. Esconder muertes es algo muy difícil. Es un hecho no solo sanitario, también es un hecho jurídico. Los que opinan lo contrario deberían tener alguna evidencia, de lo contrario quedan descalificados. Los efectos de la cuarentena los pueden buscar en los registros epidemiológicos oficiales que se vienen cargando de manera sistemática y rigurosa desde hace décadas. Nuevamente, quienes dudan del éxito del aislamiento social quedan descalificados por la falta de evidencia.
Muy acertado el analisis, en un horizonte cercano tendremos la posibilidad de las vacunas por lo que resulta claro que las presiones no responden a un interés sanitario
Hoy en Bahía Blanca hay una gran preocupación por la escasez de drogas utizadas para la sedación y relajación de los pacientes.