Mauricio Macri y la unidad nacional de los argentinos/Iniciativa Política

Luego de las elecciones presidenciales del 22 de noviembre del 2015, el activo militante que hoy lanza Iniciativa Política –hasta esa fecha estuvimos ocupados, junto al conjunto de la militancia, en la batalla por ganar las elecciones presidenciales– invirtió su esfuerzo en la tarea de realizar un balance crítico del ciclo kirchnerista y formular un diagnóstico de la situación que enfrentábamos desde ese momento. La finalidad del debate era prever, hasta donde fuese posible, el futuro próximo, para así orientar correctamente nuestras acciones ante la inminente restauración conservadora y el impacto de un revés que era, a nuestro juicio, el fruto de las limitaciones del campo popular y de su conducción. Al pie de estas líneas puede el lector escuchar un audio que, siendo la reproducción de una columna periodística de uno de los integrantes de nuestro círculo, Aurelio Argañaraz, sintetiza las primeras conclusiones que elaboramos colectivamente.

Lamentablemente, los hechos confirman la caracterización del macrismo allí vertida, su naturaleza de clase y la ideología que sostiene. Asimismo, el escucha podrá apreciar que allí atribuíamos un “mérito” al devenir del gobierno: los calamitosos efectos de sus políticas permitirán que los trabajadores y las clases medias reconozcan lo poco que la clase dominante tiene para ofrecerles. De ese modo, sosteníamos que Macri efectivamente iba a lograr la desaparición de “la grieta” –se usó ese nombre, en los medios, para designar a una sociedad partida en dos–, e unir a los argentinos. El punto es que esa “unidad nacional” -la confluencia de nuestras grandes mayorías- iba a ser en contra del nuevo gobierno. En el tiempo transcurrido, si bien ese cuadro no ha madurado aún, hay anticipos elocuentes, como la unanimidad en el rechazo del tarifazo; ante la grave capitulación en la política sobre Malvinas; ante los recortes presupuestarios en Ciencia y Técnica, entre tantos; y en el desarrollo de la conciencia de que es este un gobierno de los ricos, sólo preocupado en beneficiar a esa ínfima minoría. Por elocuente, vale el ejemplo de desgravar la importación de automóviles de lujo y la venta de champán, cuando se niega a los trabajadores la modificación de las escalas del Impuesto a las Ganancias y se ratifica que en el 2016 los salarios sufran una pérdida sustantiva que -en los planes oficiales- no se va a recuperar ni con re-apertura de paritarias ni en el 2017.

No hay que perder la paciencia, ni la voluntad de alcanzar el esclarecimiento colectivo, primer patrimonio que precisamos recuperar, pero no cabe ocultar que la respuesta popular, a pesar de mostrar que no estamos vencidos, marcha rezagada. El país advierte, a menos de un año de la asunción de Macri, que el actual gobierno beneficia al amo y despluma al pobre. Al mismo tiempo, parece creer que no hay otro camino. El positivo reflejo del pueblo argentino ante las políticas que lo agreden parece estar falto de una dirección política acorde a las circunstancias. En primer término, contrariando a quienes creían que Macri al gobernar promovería, por oposición, un alegre “retorno de Cristina”, el desencanto crea sólo pesadumbre, sin generar simultáneamente un viraje que aliente nuevas expectativas. Algo natural, y explicable, por otra parte, si se toman en cuenta las contradicciones internas que fragmentan al peronismo y la debilidad ideológica que caracteriza a todos y cada uno de los agrupamientos que conforman, hoy, esa totalidad rota que ha llegado a ser –en su devenir histórico– el movimiento fundado por el General Perón en 1945.

Ciertos sectores, reiterando un fenómeno posterior a la derrota de 1983, ante Alfonsín, apuestan a mimetizarse con su ocasional verdugo. Esperan recuperar el voto popular mostrándose afines al “modelo” de Macri, a más de “civilizada” oposición “constructiva”. Son los que quieren que a este gobierno hambreador y vendepatria “le vaya bien” ¿No advertirán, en su extravío, que si ocurre tal cosa le irá mal a la patria y al pueblo? ¿Es tan difícil ver que el éxito del zorro será necesariamente la desgracia de las gallinas? Otros, menemistas tardíos, como el gobernador de Córdoba, gozan ante el abierto retorno a los 90, apenas contrariados por la sociedad entre Macri y la UCR, que si bien integra el “partido único neoliberal cordobés” es, no obstante, su adversario electoral. Otros, gobernadores o intendentes, privilegian “la gobernabilidad” ante las extorsiones macristas, con el canje de votos en el parlamento nacional, aun cuando se trate de capitular ante los buitres. Por su parte, la ex presidente y sus adictos más fieles, son incapaces de asumir la responsabilidad que les correspondió, en la hora de la derrota. Contabilizan en su haber, pese a la dispersión y el estado de anarquía, una “conducción indisputable”, a la que sólo responde la propia fracción, mientras se desautoriza al resto, con especial énfasis a las fuerzas mayoritarias del movimiento obrero, sin cuyo concurso es inviable reagrupar a las mayorías. Es verdad que muestran una mayor firmeza, en la denuncia de los avances antipopulares y apátridas. Pero exhiben un sectarismo e incapacidad de autocrítica que, asociada a la pretensión de practicar un liderazgo equiparable al de Perón, sólo alimenta la atomización reinante. Y favorece, así, traicionando la consigna del Frente Ciudadano, los propósitos divisionistas del macrismo ¿No es posible rechazar con igual firmeza tanto la capitulación de “unirse” detrás de Massa como el divisionismo sectario? ¿Todo, menos impulsar un amplio debate y actualización doctrinaria, para reconstruir el movimiento nacional y ofrecer al país un programa de liberación nacional?

Contra estos hechos, encendiendo una luz al final del túnel, se advierten procesos de unificación y esclarecimiento del campo popular. Pese a las maniobras de los operadores macristas –Venegas es su venal escudero en ese terreno– parece desarrollarse una tendencia hacia la unidad del movimiento obrero y los movimientos sociales, curso dentro del cual la rigidez patronal del gobierno alimenta el fortalecimiento de las tendencias más combativas. Y en otro terreno, el movimiento estudiantil, pueden ser un síntoma muy auspicioso los triunfos recientes en las Federaciones Universitarias de La Plata y Córdoba de coaliciones que reflejan un viraje hacia lo nacional, popular y democrático, infligiendo derrotas a Franja Morada y a grupos ultraizquierdistas que tributan, desde la derecha y “la izquierda”, al frente gorila. Ambos fenómenos pueden estar anticipando esa confluencia de los sectores mayoritarios que necesita el país, para ganar la batalla por la emancipación nacional y la unidad latinoamericana.

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