El segundo año de la gestión de Cambiemos cierra con tantas incertidumbres como el primero. Déficit fiscal y comercial elevado, alta inflación, aumento de deuda externa, valorización financiera interna y aumento de la tasa de desocupación, son algunas de las variables que pintan un escenario oscuro para el presente y futuro de la economía nacional. Los recientes anuncios del equipo económico (“recalibrar” las metas de inflación y aumentar el dólar, entre otras) dan cuenta del incumplimiento de los objetivos económicos que se habían trazado en el presupuesto del 2017. Por otro lado, el fracaso de las metas inflacionarias y el recalentamiento del dólar indicarían que el próximo año la inflación será un tema recurrente en la discusión cotidiana.
Al concluir el año 2016, el Gobierno de Macri instauró una batería de reformas económicas en beneficio del decil más rico del país que sintetizaron fielmente el primer año del gobierno de Cambiemos. En aquel entonces, el blanqueo de capitales permitió al gobierno contar con un ingreso extra como consecuencia de la autoamnistía que significó el blanqueo, a su vez, la reducción de Bienes Personales y de Ganancia Mínima Presunta generó una disminución de impuestos progresivos que afectó sensiblemente a la recaudación.
Este año concluye con semanas agitadas con la aprobación de la ley de ajuste a las jubilaciones. Se estima que la reforma previsional le permitirá al gobierno ahorrarse más de $56 mil millones para intentar reducir un alto déficit fiscal. Pero es dinero que los jubilados no tendrán para destinar al consumo y el mercado interno de manera directa.
Luego de un 2016 recesivo (-1.3% según la consultora de Orlando Ferreres), distintos consultores e Indec coinciden en que la economía cerrará este año con crecimiento. Consultoras privadas indican que será de 2.9%, de ser así, estaría lejos de los 3.5% de crecimiento del PBI estimado en el presupuesto para este año. No obstante, el nivel de actividad todavía se ubica por debajo del alcanzado en 2015 (donde hubo una expansión económica de 2.1% según Indec y 1.7% de acuerdo a estimaciones de Orlando Ferreres).
Industria alimentaria, en baja
Las últimas publicaciones de la Encuesta Mensual Industrial (EMI) del Indec, que datan del mes de octubre, dan cuenta de que la industria alimentaria cayó 0.8% en el acumulado anual en comparación con igual período del año anterior. Este dato llama la atención puesto que el Presidente ha manifestado la necesidad de que la Argentina se consolide en el mercado mundial como productora de alimentos, “debemos ser el supermercado del mundo”, dijo Macri en más de una oportunidad.
Sin embargo, a contramano de lo deseado, la industria de alimentos cae por segundo año consecutivo. El año pasado concluyó con una disminución de 1.5%, siendo significativo el desplome del rubro lácteos, que luego de caer 13% el año pasado, acumula una recesión de seis puntos hasta octubre de este año. También hay una disminución en la producción de bebidas, azúcar, productos de confitería y cigarrillos.
La industria de alimentos cae por segundo año consecutivo. El año pasado concluyó con una disminución de 1.5%, siendo significativo el desplome del rubro lácteos, que luego de caer 13% el año pasado, acumula una recesión de 6% hasta octubre de 2017.
El rubro Molienda de Cereales y Oleaginosas cayó 3,5%
El rubro Molienda de Cereales y Oleaginosas también presenta una merma, en este caso del 3,5%. Indudablemente que los aranceles que los norteamericanos impusieron a nuestro biodiesel (elaborado con aceite de soja) boicotearon al sector.
Haber perdido al principal consumidor de diesel de soja argentina y no conseguir otro mercado en donde exportar un producto altamente competitivo como lo es este combustible de origen vegetal, implicó que los insumos para la fabricación del diesel se exporten con menor valor agregado, como es el caso del aceite de soja, o sin transformación industrial alguna, como es el caso de la soja (materia prima con la que se hace este combustible). De este modo, el país dejó de percibir USD1.200 millones y deja ociosos a los establecimientos fabriles en donde se transforma aceite de soja en combustible.
Dos años en picada de la industria textil
Otro sector que presenta una mala performance, según la encuesta que Indec hace a las empresas productivas, es la industria textil, que cayó por segundo año consecutivo, venía de un negativo de poco más de dos puntos y acumula este año una caída de 9.4%. El sector textil es considerado “mano de obra intensiva” por ser significativo en la generación de empleo, donde cohabitan asalariados con trabajadores en negro. En consecuencia, es muy sensible a la salud del mercado interno y el consumo.
Según un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) del sector textil, se suspendieron desde diciembre 2015 a la actualidad más de 11.820 personas. Esta nueva realidad pone más tensión dado que muchos trabajadores debieron afrontar suspensiones o recortes de horas que afectó la estabilidad laboral. Sobre la frágil situación que atraviesa el sector, el presidente de la Fundación ProTejer, Jorge Sorabilla, dijo que los textiles están golpeados por la retracción en el consumo, el crecimiento de las importaciones y la presión impositiva.
Tenue recuperación: industria automotriz y minerales no metálicos
No obstante al deterioro de los rubros mencionados anteriormente, la actividad industrial viene creciendo 1.8% respecto al año pasado. Este crecimiento es exiguo en comparación al año pasado que fue particularmente malo donde la industria decayó más de cuatro puntos. Esta tenue recuperación fue motorizada por dos sectores principalmente: producción de minerales no metálicos e industria automotriz.
Respecto al primero fue clave el incremento de la fabricación de cemento, consecuencia del aumento de la obra pública, estrategia común a todo gobierno cuando hay agenda electoral, en efecto cabe preguntarse qué sucederá el próximo año que no hay elecciones ¿se mantendrá la producción de cemento y otros materiales de construcción?
Por otro lado, la industria automotriz empujó otros sectores como el del caucho, plásticos y aluminio. La industria automotriz es un sector que debe ser analizado con lupa, porque al haber una baja integración de componentes nacionales en los automóviles patentados, el porcentaje de autopartes importadas es considerable. Esta estrategia comercial de las multinacionales automotrices hace que este sector sea deficitario en dólares.
Si bien este gobierno implementó una ley para incentivar a las terminales a que aumenten la integración de autopartes locales, la apertura comercial (o “la integración con el mundo”, como dicen desde el gobierno) va en la dirección opuesta.
Como resultado, durante el 2016 se importaron 8.841 millones de dólares en autopartes y se construyeron 472.776 automóviles. Es decir que el promedio de piezas importadas por cada unidad ascendió a 18.700 dólares, unos 2.593 dólares más que el monto mayor durante la gestión anterior, que fue algo más de 16 mil dólares por cada auto, de acuerdo a un informe del IES (Investigaciones Económicas Sectoriales). Este año siguió la tendencia y durante el primer semestre las importaciones de autopartes crecieron un 8%.
La generación de empleo, en el debe
La generación de empleo es una variable problemática para el Gobierno de Cambiemos, también lo fue para la gestión anterior que pudo dinamizar la economía y generar trabajo en los primeros años, pero como consecuencia de la restricción externa, el aumento del déficit fiscal y comercial, la economía se enfrió y no pudo generar los puestos de trabajo necesarios para absorber a los nuevos argentinos en condiciones de acceder al mercado de trabajo.
Cabe aclarar que la población argentina crece 1% al año, esto quiere decir que el empleo debería crecer al menos un punto para absorber la nueva mano de obra. A todo esto, y pese a que los instrumentos oficiales de medición son tendenciosos al subestimar el desempleo, la situación laboral es frágil y sigue siendo una materia pendiente del gobierno de Macri.
El Indec utiliza la Encuesta permanente de Hogares (EPH) como instrumento para medir empleo y desempleo. El organismo de estadística considera desempleado a aquel que no tiene trabajo y está en busca de empleo; quienes han trabajado al menos una hora en la semana son catalogados como ocupados; y, por el contrario, aquellos que estando desempleados no buscan trabajo son inactivos.
Pese a la laxitud de las categorías, los guarismos de empleo son poco auspiciosos. Ni hablar cuando hablamos de empleo formal. De acuerdo a publicaciones del Ministerio de Trabajo sobre el trabajo registrado, que abarca aproximadamente un 60% del mercado laboral, contemplando al trabajador asalariado en relación de dependencia, las empleadas domésticas en blanco, los empleados públicos y los trabajadores cuentapropistas, vemos que hay un notable incremento del monotributista por sobre el resto.
Este tipo de empleo comienza a crecer desde abril de 2016, fecha en que el Estado extendió los beneficios de la Asignación Universal por Hijo para los hijos de los monotributistas. De este modo no puede afirmarse que ese crecimiento exponencial del trabajo autónomo sea reflejo de nuevos puestos laborales, ya que no está discriminado el nuevo empleo independiente de la regularización de lo existente para acceder a beneficios sociales.
No obstante, muchos funcionarios del gobierno consideran promisorio el aumento del empleo vía monotributo. Sin embargo, respecto al trabajo independiente, el doctor en sociología Daniel Schteingart afirma que el 24% trabaja por cuenta propia en la Argentina, mientras que en Brasil hay un 33% de cuentapropistas y en Suecia, el 5%.
Alerta que “las sociedades más desarrolladas del mundo son asalariadas, no cuentapropistas”. “Hay una idea de que el cuenta propismo es el trabajador cool freelance pero en la Argentina está más asociado al que está en subsistencia. Tres cuartos del cuentapropismo es de baja calificación”, aseveró.
De este modo, si la población crece a un ritmo de 1% al año, es decir que creció dos puntos desde la gestión Macri, aproximadamente, y el empleo formal privado asalariado se contrajo 1,1% a lo largo de 2016, entonces, eso quiere decir que debiera crecer 3,1% en 2017 para absorber el crecimiento de la población y recuperar los puestos perdidos durante el año pasado. Es decir, este año debería haber un aumento del empleo formal privado de más de tres puntos para estar en la misma situación que el año 2015 en materia de empleo. Algo poco probable creciendo la economía dos o tres puntos porcentuales.
Argentina, el país que más deuda externa emitió en dos años
El nuevo ciclo de endeudamiento generó durante el período 2016-2017 un pasivo externo USD 42 mil millones. Siendo Argentina el país que más deuda externa emitió a nivel mundial. Según la agencia Bloomberg, Argentina, con un PBI de unos USD 540.000 millones, emitió más deuda que China, una de las economías más grandes del mundo.
El PBI chino fue de unos USD 11,2 billones en 2016, según datos del Banco Mundial. Así, la deuda pública bruta argentina (contempla bonos en dólares colocados en el exterior, los pasivos en pesos y en dólares en el mercado interno, deuda intra sector público y organismos multilaterales) superó los USD 300 mil millones, lo cual representa más del 50% del PBI.
De este modo el incremento de la deuda comienza a preocupar a los analistas económicos de distinta orientación, puesto que aumentó el endeudamiento a partir del 2016 y no se avizoran consecuencias positivas en la economía real. El año pasado hubo recesión y este año hubo un crecimiento raquítico que no llega a generar las condiciones necesarias para afrontar los compromisos de deuda.
El déficit comercial y la fuerte emisión de Lebacs también fueron rasgos caracvterísticos del segundo año de gobierno del gobierno de Cambiemos. En su afán de calmar la inflación achicando la base monetaria y desalentando la compra de dólares, la entidad que maneja Federico Sturzenegger otorgó sustanciosos retornos para los que adquieran en pesos las letras del central. Sin embargo, pese a que las Lebacs le restan presión a la fuga, durante el 2016 los especuladores vendieron las letras, compraron dólares y los fugaron por más de 11 mil millones de dólares, según el investigador Eduardo Basualdo.
Conclusión
Cambiemos cierra un año con un crecimiento exiguo que deberá revalidar el año entrante para demostrar que efectivamente se trata de un crecimiento económico y no de un efecto rebote. Se abre un interrogante sobre el elevado déficit comercial que será de más de USD 3 mil millones, el peor desde de 1910. En este contexto el agro presiona por un dólar más elevado que le permita incrementar su renta, luego del aumento del gasoil y de la postergación de la quita de 5% de las retenciones a la soja.
A todo esto, las inversiones extranjeras, fundamentales para el modelo económico de Cambiemos, siguen prefiriendo a Perú, Brasil, Colombia o Chile. La economía debe crecer, diversificar su aparato productivo y exportar más y con mayor valor agregado. De no ocurrir puede que se incremente el déficit comercial, si esto sucede hay riesgo de sufrir nuevamente los embates de la restricción externa, y en este contexto, de quedarse sin dólares la economía se dificultarán las posibilidades de cumplir los compromisos con los acreedores externos e internos.