A partir del 2015, bajo el dominio de Cambiemos se inició un proceso de desmantelamiento de la Educación Pública evidenciado con la demora de apertura de paritarias para docentes durante el año pasado (derogada por decreto desde hace unos días) y la suspensión del programa de respaldo a estudiantes de Argentina (PROG.R.ES.AR). Del mismo modo habrá recortes en el presupuesto de Ciencia y Técnica de un 11,9% para poder financiar el incremento de la deuda pública, de acuerdo a lo consignado en el presupuesto para este año. También habrá una disminución en la partida presupuestaria de las Becas Educativas Argentina Beca (AR-BEC). Las mismas cuentan con un presupuesto total para 2018 de $974,7 millones, ese monto sería inferior en un 32% en términos nominales y un 44% menos en términos reales a los fondos que Ar-Bec percibió en 2017. Sumado a estos recortes, el ajuste previsional también repercute en la educación al afectar a cuatro millones de niños en edad escolar que están bajo el programa Asignación Universal por Hijo, las pérdidas promedio por estudiante se estiman en $1.052 anuales.
Estas decisiones políticas del gobierno de los Ceos erosionan la educación en todos sus niveles, no sólo como un derecho universal y humano, sino también como herramienta de transformación social. El Informe del IEC-CONADU señala que el retroceso del porcentaje del PBI destinado a las universidades públicas para este 2018 —que ya en 2016 había descendido del 0.87% al 0,81%, y llegó en 2017 al 0,77%— implica un ajuste real de 11% con respecto al año 2015.
A su vez, la consolidación de una creciente idea de mercantilización, a través de proyectos como “universidad maestro” y el proyecto Tuning para Latinoamérica, golpea el principio de autonomía de las universidades herederas del dieciocho, si entendemos a la autonomía universitaria como algo más que un cambio institucional de autogobierno, sino como productora de conocimientos y saberes que escapan a los tiempos y lógicas del mercado.
En el caso de la UNC, la lógica de los CEOs parece tener una embestida más profunda con la contrarreforma del 2016, impulsada por el gobierno radical de Hugo Jurí. Los radicales en el Rectorado plantean no sólo la incorporación de miembros en representación de empresas privadas al consejo superior, quienes podrían decidir sobre cambios en los planes de estudio, convenios, políticas de extensión, etc. Sino, también, la eliminación de la ponderación por facultades en el sistema de elección directa, siendo cuatro de quince facultades quienes pueden decidir quién gobierna el Rectorado. No es casualidad que en su mayoría responden a un mismo espacio político (facultad de derecho, medicina, y ciencias económicas), relegando el resto de las unidades académicas como la facultad de sociales, comunicación, filosofía y artes, que representan una oposición con una alternativa política crítica, desde las ciencias sociales y humanas en un sentido de transformación gradual al modelo capitalista dominante, vale la aclaración, sin quedarse por fuera del mismo.
En esta coyuntura, el movimiento estudiantil cumple un rol fundamental. Desde la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), hasta octubre del año pasado presidida por el Frente de Unidad Agustín Tosco (FUAT), se combatió la visión de la educación como servicio y se incorporó, también, una agenda de demandas sociales. El FUAT en su corto año de gestión propendió por el fortalecimiento de una universidad pública, gratuita, reformista y de calidad. En consecuencia, desde el FUAT logramos efectivizar un trabajo en articulación con los gremios respondiendo a demandas no solo de los estudiantes, también apoyó los reclamos sociales frente a los atropellos al pueblo en su conjunto. Así fue que nos movilizamos en las marchas por la salud mental, marcha de la gorra, de la diversidad, la movilización en contra del 2×1 a los genocidios de la última dictadura de la oligarquía, de la reforma previsional, y participamos activamente de los procesos de toma del Pabellón Argentina, Feriar, Toledo y Hospital Clínicas, en pos de fortalecer las instancias de democracia participativa.
Hoy la FUC se encuentra en manos del Frente Deodoro Roca –compuesto por Franja Morada, PROpuesta Universitaria y Movimiento Nacional Reformista-, quienes ,pese a llevar el nombre de uno de los estandartes de la reforma, nada tienen que ver con los ideales del dieciocho. Fiel a los tiempos que corren, el brazo universitario del radicalismo alvearista y del espacio político de Mauricio Macri evocan a uno de los redactores del revolucionario Manifiesto Liminar sólo como estrategia marketinera de cara al centenario de la reforma al desarrollar un programa alejado del proyecto de universidad pensado por Roca, ya que sus prácticas políticas se caracterizan por un permanente vaciamiento de la democratización y participación activa de la universidad, encadenando el destino de la educación a los bemoles del mercado.
Pese a perder la conducción de la FUC, el Frente Agustín Tosco, a través de la secretaría general, conducida por Luca Miani quien forma parte de la organización estudiantil “La Bisagra”, continúa con un plan de lucha en las aulas y en las calles, con ejes claros a mantener, profundizar, y exigir una continuidad con responsabilidad del Estado. Es decir que, desde la diversidad de posiciones pero con unidad, el FUAT está dispuesto a marcar un rumbo que apunte a la materialización de condiciones sociales, económicas y políticas, a través de un camino lleno de disputas e intereses que se yuxtaponen en una relación con los sectores más conservadores.
Cómo pensar el dieciocho hoy
Desde el FUAT, abrazamos los postulados reformistas y su herencia. Es por ello que pensamos al centenario de la reforma universitaria como un proceso que es propio de un movimiento estudiantil en unidad con los trabajadores. Esta idea se ve reflejada en un plan de lucha que propende una universidad con inclusión, equidad, universal, con mayor alcance y calidad de la educación superior. Como plantea el filósofo Eduardo Rinesi, para producir conocimientos donde el pueblo pueda servirse de ello, abrir la universidad a la calle, a los barrios, cárceles, y ésta nutrirse y pensarse como parte activa de la sociedad, esto se entiende en principios de una democracia, creciente en la sociedad, para lo cual es fundamental tener un derecho real de poder acceder y finalizar los estudios.
La idea de democracia, de extensión, de autonomía, incluso de emancipación son puntos claves del propio manifiesto liminar, dónde los jóvenes del dieciocho, también pensaban desde este punto una “universidad social, o “popular” que entendido hoy, según señala Julián Barbero (vicepresidente de la Federación Universitaria de Villa María – FUVIMA, conducida por el Movimiento de Participación Estudiantil), desde la lucha del movimiento universitario se materializa en una agenda con articulación con los sectores sociales que pueden llegar a dar una discusión desde una perspectiva inclusiva de la educación pública.
La disputa que se dió en el dieciocho respecto a los dos modelos de educación se vuelven a replicar hoy, de un modo más acorde a los tiempos que corren, claro está, pero la disputa de fondo presenta similitudes entre una universidad pensada por las élites y para las élites o un modelo de universidad abierta al pueblo, pensando la producción científica de y para el pueblo, que hace al proyecto de educación pública que pretende un Estado que respete el interés nacional y una sociedad activa.
No hay mejor modo de conmemorar el centenario de la reforma que con un movimiento universitario activo, contestatario, discutiendo cuáles son los mejores instrumentos para fortalecer la educación pública y de calidad. Apropiándose de los valores reformistas para adecuarlos al contexto actual para defender el modelo de universidad abierta a la comunidad, gratuita, de calidad, con producción de conocimiento, de y para el pueblo, con políticas de inclusión y equidad, dónde se tejan también lazos de solidaridad. Ideales desconocidos por Franja Morada y el Frente Deodoro Roca, quienes representan en la universidad los intereses del bloque económico dominante.