«Si le va bien al presidente, le irá bien al país»/Armando Ruiz

Mauricio Macri junto a su madre, Alicia Blanco Villegas, miembro de una acaudalada familia oligárquica de Tandil.
Mauricio Macri junto a su madre, Alicia Blanco Villegas, miembro de una acaudalada familia oligárquica de Tandil.

Siempre es acertado partir de autores que nos ayuden a entender los fenómenos políticos contemporáneos para ampliar nuestras fronteras analíticas. Dos autores fundamentales son Maquiavelo y Weber. Para Maquiavelo la política y la ética están vinculadas a pesar de ser enfoques distintos (aún con aquella vana idea del “fin justifica los medios”). Según el florentino la moral política del Príncipe es distinta a la moral convencional del individuo, debido a que las obligaciones propias de aquel lo llevan a elegir caminos que en la vida común de los hombres serian perversos. Por otra parte Weber también diferencia dos esferas éticas, por un lado la ética de la convicción (hombre individual) de la ética de la responsabilidad (político), también complementarias para formar al hombre autentico, el hombre que tiene vocación política.

El realismo político o de praxis política, lisa y llanamente, se instaló fuertemente a partir de la caída del muro de Berlín. Desde este acontecimiento trascendente, la interpretación predominante sostuvo que el socialismo solo persistía como algo raquítico y abroquelado. En definitiva era el triunfo definitivo del capitalismo. A partir de tal acontecimiento muchos autores hablaron del fin de la historia y de laideología (Fukuyama y Huntington). Estas posturas enroladas en la posmodernidad conducen a la denominada pospolitica, posdemocracia, posverdad, etc. que sostienen que la política es una actividad desprovista de toda ideología y que por ende no existen diferencias políticas de fondo, salvo alguna formalidad.

A nivel nacional, provincial y local (municipios) esta concepción de actividad política parece haberse instalado con fuerza a tal punto que la pérdida de identidad política y de representación partidaria está herida de muerte. A partir de la llegada de un gobierno neoliberal (que no solo implica un modelo político, económico sino que además ético) la mayoría de los gobernadores, dirigentes -“peronistas”- y sindicalistas están en sintonía negociadora, pactista y entreguista. Esta situación sitúa el claro predominio del realismo político que con frases tan obsoletas y mentirosas como garantizar la gobernabilidad, el respeto a la república y la institucionalidad, solo favorecen la profundización del modelo neoliberal extractivo propio de un capitalismo agroexportador y financiero.

La derecha como dueña del lenguaje (de los propietarios), avasalla con las instituciones republicanas en forma flagrante y evidente. El poder mediático monopólico y oligopólico tergiversa y crea la realidad estableciendo un sentido común que oculta el poder real imperante en nuestro país.Nos entretienen con cuestiones burdas y banales mientras que por detrás se gobierna con mega decretos, DNU y todas las herramientas institucionales que se acomodan al poder real. La colonización pedagógica del poder mediático sobre una gran parte de la clase media (que sufre la detracción del consumo, los tarifazos y las pérdidas de derechos) manifiesta su condición desclasada o de falta conciencia de clase al sostener por una parte el corte al ascenso social de las clases populares y por el otro querer formar parte de la clase propietaria oligárquica y parasitaria.

Escuchar en los últimos tiempos solicitudes y frases que rozan el slogan por parte de la “oposición” pidiendo sensibilidad, medidas favorables para los trabajadores, si le va bien al Presidente, le ira bien al país, etc. demuestran su total alejamiento de la realidad e ideales y solo tergiversan e insultan nuestra capacidad de razonamiento. Pretender que un gobierno oligárquico y neoliberal revea situaciones con cambios de timón es como que el zorro cuide a las gallinas o que el depredador se apiade de sus presas. Sabemos y cabe remitirse este tipo de pruebas iure et de iure (sin prueba en contrario) que siempre y actualmente gobernaron para las clases dominantes, que están restaurando lo que consideran su casa o estancia (el país) y que todos los demás somos descartables.

En esta coyuntura, el “peronismo republicano” como es denominado por Cambiemos es un espacio político que negocia, se entrega y que carece de identidad. En definitiva es lo mismo que el gobierno neoliberal, solo con diferencias formalistas como cantar una marcha, utilizar un escudo o evocar al peronismo revolucionario nacional burgués.

Los gobernadores pactistas con la excusa de administrar sus respectivas jurisdicciones y cerrar las cuentas fiscales balcanizan el movimiento nacional y popular, provincializan sus espacios políticos y expresan la “defensa” miope de intereses locales (provinciales o municipales, como si esas jurisdicciones no dependiesen de la suerte de la nación). Este fenómeno político explica cómo estos dirigentes y representantes son casi idénticos a los neoliberales. Esta hipótesis lamentablemente puede quedar verificada cuando sea absolutamente lo mismo votar por unos u otros. Es decir cuando en tiempos electorales la sociedad en su mayoría decida elegira los originales y no las copias (algo que sucedió por ejemplo en Córdoba con el triunfo holgado del PRO sobre la lista del Gobernador Schiaretti).

Si la política solo es comprendida como algo dado en la realidad, esto la torna como una mera conservación de los privilegios y del status quo. El movimiento nacional y popular está actualmente desmembrado, con dirigentes kirchneristas reducidos a una oposición limitada y foquista. El movimiento obrero parecería volver a ser la columna vertebral.

Con todas estas aristas nos quedan las siguientes preguntas: ¿Cuál es la parte del pacto que beneficia a esta dirigencia política (la del peronismo republicano)? ¿Tienen proyecto político como un fin o solo es utilizar cualquier medio para mantenerse en el poder del Estado?¿En que se beneficia el pueblo?

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