
“En grandes olas azules y encajes de espuma blanca, te va llegando el saludo permanente de la Patria. Ay, hermanita perdida. Hermanita, vuelve a casa”.
Atahualpa Yupanqui
“Las instituciones armadas son organismos del pueblo encargados de la preparación de su defensa. Alejar al pueblo de la función castrense es desvirtuar la misión de las instituciones. Somos soldados de una democracia y, como tales, pueblo mismo”
Juan Perón
Al emprender la acción destinada a homenajear a los 44 tripulantes héroes del ARA San Juan que dejaron la vida en el ejercicio patrio de la custodia de nuestra soberanía marítima en el Atlántico Sur, la Comisión de Desarrollo Cultural e Histórico “Arturo Jauretche” de la Ciudad de Rio Cuarto, como organización libre del pueblo, se propuso responder a la necesidad de los familiares y amigos de nuestros héroes de encontrar solidaridad en el pueblo argentino e impulsar a la toma de conciencia de nuestros compatriotas sobre las razones profundas que explicaban la tragedia.
La “causa” ARA SAN JUAN ya es una bandera del pueblo, lo certificamos con los incontables homenajes que se suceden en cada ciudad o pequeña localidad, aún a cientos de quilómetros de las zonas costeras, como es el caso de Rio Cuarto. Lo vemos en el nombramiento de plazas, puentes y escuelas. Es que la relevancia del protagonismo popular en nuestra historia ha sido incansablemente relativizada o ignorada por el establishment político y cultural de la Argentina semicolonial. No fue así en la Guerra de Malvinas en 1982. La causa Malvinas continúa vigente y anida en ese refugio impenetrable que es el corazón de todos los que no aceptamos más el colonialismo y reclamamos que vuelva a flamear nuestra bandera en las islas. En este sentido, era fundamental para nosotros, situar el suceso trágico del hundimiento de nuestra arma submarina en el marco del abandono al que fue sometida la Defensa Nacional después de Malvinas. El deterioro de la capacidad operativa de las FFAA luego de la guerra del Atlántico Sur no obedeció solamente a la estrechez de recursos generada por el saqueo de las riquezas nacionales que promovió el Proceso y que no cesó con los gobiernos posteriores a 1983, ciclo durante el cual el país se transformó en coto de caza de la usura internacional, donde se destruyó la industria y el trabajo argentino, con grave desmedro de su independencia económica y su soberanía nacional. Era natural que una patria saqueada y políticamente sometida por las potencias occidentales no pudiera sostener unas FFAA aptas para asegurar su soberanía territorial, sobre todo después de cometer la osadía de enfrentar a la OTAN en nuestras islas. No obstante, intentamos poner en cuestión lo sucedido con nuestro ARA SAN JUAN respecto a lo siguiente: La tragedia dejó al descubierto la calamitosa situación en la cual se encuentra la institución militar. Por tanto, nos resulta de vital importancia reflexionar sobre el valor de disponer de fuerzas militares en el ejercicio de su deber de custodia del interés nacional, de nuestra soberanía, tal cual lo estipula la Constitución Nacional. Necesitamos unas Fuerzas Armadas que se integren con el pueblo en un proyecto de emancipación, y para ello se hace necesario establecer los lineamientos centrales de un proyecto nacional que las integre, ya que, como decía Jauretche: “sin política nacional no hay ejército nacional, y viceversa”. La decisión es política. Cabe destacar la incongruencia/ignorancia de quienes sostienen que nuestro país no tiene hipótesis de conflicto. Afirmación que les permite y permitió a las autoridades desfinanciar a las FFAA. ¿Puede acaso sostenerse semejante afirmación, cuando hoy nuestros territorios australes, se encuentran ocupados por una potencia colonial extranjera que realiza ejercicios militares pese a la continuidad de nuestra política de indefensión soberana? Un argumento que cuaja solapadamente en un consenso negativo y dañino es que la debilidad de las FFAA funciona como una especie de “garantía” para su subordinación al orden constitucional. Sostener en la actualidad ese consenso antimilitarista y abstracto equivale a reconocer la impotencia de la política y la justificación del desguace neoliberal del Estado.
Consideramos que el prejuicio fundante del antimilitarismo abstracto no es hijo de los traumas de los golpes del ´30, del ´55, del ´66 y del ’76 donde las FFAA perdieron y desviaron el objetivo de su función constitucional y fueron el brazo armado de las elites sociales de gran poder que custodian servilmente en el plano doméstico los intereses del imperialismo Británico y Norteamericano, sino, más bien, y no hay que ser inocentes en esto, es hijo del encuentro de las FFAA y el pueblo: las frustradas invasiones inglesas en 1806, 1807 y el origen popular de los ejércitos Latinoamericanos, los libertadores de América, Roca y el General Perón, lo corroboran; al cual el imperialismo y la oligarquía vernácula le oponen en la actualidad distintos y muy eficaces dispositivos deshistorizantes para diluir cualquier posibilidad de elevar la consciencia nacional del conjunto. En sentido contrario y desde una perspectiva nacional, no debe olvidarse al respecto, que ni el General San Martín, padre de la patria; o Enrique Mosconi, militar e ingeniero determinante para el desarrollo de YPF; ni Manuel Savio, otro ingeniero y militar que contribuyó a la proliferación de la industria nacional; ni el General Juan Domingo Perón que estableció una fortísima alianza desde las FFAA con su pueblo; ni Julio Argentino Roca, que incorporó a la Patagonia y federalizó a Buenos Aires, hubieran sido posibles en nuestra historia sin otorgarle a las FFAA un rol estratégico en el rumbo hacia conformación de la nación y la soberanía nacional. Contrariamente a esa “sociología de sastrería” que se horroriza con sotanas y uniformes, en el planteo y solución de la Defensa Nacional entran en juego todos sus habitantes, todas sus energías y capacidades, todas sus riquezas, todas sus industrias y producciones más diversas, todos sus medios de transporte y vías de comunicación, ciencia, tecnología, universidades, etc. Y, sobre todo, la pasión del pueblo que cuida y defiende lo que le pertenece.
El trágico destino de nuestros submarinistas no se comprende al margen del cuadro recién descripto. En la actualidad existe un estado concreto de “indefensión soberana” desde la recuperación de la democracia en 1983 hasta la actualidad y que se manifiesta en la práctica, con oscilaciones, en una constante degradación presupuestaria y material de las FFAA desde la guerra de Malvinas y que se confirma con el hundimiento del ARA San Juan y sus 44 tripulantes. Siendo así, nuestra espontanea voluntad de reconocer el esfuerzo de los 44 tripulantes del ARA San Juan, su inquebrantable vocación y el empeño en custodiar el mar argentino con el solo auxilio de una nave casi obsoleta, con los consiguientes riesgos, se alimentaba también con la imperiosa necesidad de impulsar acciones dirigidas a generar el necesario fortalecimiento de la conciencia nacional –atacada con alevosía por la desmalvinización que pretendió borrar de la Memoria las lecciones de la guerra– respecto a los problemas de la defensa del mar, de las riquezas situadas en nuestras aguas y, de un modo más general, de los problemas atinentes a la Defensa Nacional, sin cuya atención es impensable tener una patria. La persistencia de la campaña desmalvinizadora azuzada desde el norte durante todos los gobiernos democráticos desde 1983 en adelante procuró arrebatar el legítimo orgullo de nuestros combatientes de haber participado en dicha gesta. Sin embargo, y a pesar de ello, dicha gesta patriótica de recuperación de nuestras Malvinas sigue siendo una de la causas más heroicas e importantes, al menos de los últimos 150 años de nuestra historia nacional, y que la lamentable campaña de posguerra no ha logrado desprender de ella los conceptos de causa grande y justa que anida aún en la conciencia patriótica y en la memoria histórica y colectiva de nuestro pueblo. Y porque la guerra puso al desnudo, además, ante la conciencia general del país en todos sus estamentos, la naturaleza de nuestras reales relaciones con el mundo.
Por todo lo dicho, nuestro trabajo se trataba, en consecuencia, cuando encaramos la fase inicial de la tarea, materializada en levantar el conocido Mural que es hoy patrimonio de la ciudad de Río Cuarto, de lograr que las instituciones y esta población tan mediterránea se involucraran francamente en nuestra campaña, algo que significó nuestro primer logro. Las mayores instituciones y fuerzas representativas riocuartenses –desde la Municipalidad hasta la Universidad Nacional, excombatientes y Organismos de DDHH, pasando por los comercios, las organizaciones sindicales, religiosas y muchos más, entre los cuales cabe destacar a las mosaiquistas que levantaron la obra artística– fueron protagonistas de la erección del Mural, transformado ya en un patrimonio colectivo del vecindario, que reitera su homenaje todos los años, cada 15 de noviembre. No obstante, para la Comisión de Desarrollo Cultural e Histórico Arturo Jauretche esa tarea fue apenas el comienzo de una prolongada actividad que, con esa base, concibió un nuevo proyecto pedagógico integral e interdisciplinario destinado a llevar toda la temática relacionada con la tragedia del ARA San Juan –soberanía marítima, conciencia de las riquezas del Mar Argentino, significado de Malvinas, Defensa Nacional, implicancias económicas asociadas a una eficaz política militar– a nuestra escuelas, en particular al nivel educativo medio y nocturno, experiencia en la cual fue particularmente impactante para la comunidad educativa, la participación del submarinista riocuartense y Veterano de la Guerra de Malvinas Américo Rubiolo, tripulante y maquinista del ARA Santa Fe, el único submarino que entró en combate en Malvinas en 1982 contra el imperio Británico. En esa experiencia vital de un VGM relatando sus vivencias frente a auditorios plagados de jóvenes atentos e intrigados que miraban con ojos enternecidos y respetuosos a su héroe de carne y hueso, a su vecino de la ciudad; pudimos devolver, en la persona de Américo, una parte pequeña del enorme orgullo que resta entregarles a todos nuestros héroes de Malvinas por parte de toda la sociedad. Esa experiencia conmovedora nos mostró el camino, pero aún estamos en falta con ellos y este 40° aniversario debe empezar a redimirnos.
¿Cómo se vive en un submarino? ¿Qué tipo de misiones tienen los submarinos? ¿Qué vivencias permanecen en el corazón de aquellos jóvenes argentinos dispuestos a dar su vida por nuestra Patria? ¿Qué guardan aún hoy en su memoria los veteranos residentes en Rio Cuarto? ¿Cómo se sobrelleva una vida después de enfrentar la muerte en los ojos de los compañeros caídos?
La sociedad argentina en su conjunto no experimentó la guerra de la misma forma. Esto se debe, en gran parte, a que el recordar y olvidar es singular y propio de cada persona. Para comprenderlo se necesita tematizar, a través de las distintas experiencias, el sentido colectivo que tomó la guerra y cómo se ha ido resignificando en el tiempo. En esto es importante tener en cuenta que la memoria, además de ser selectiva, es una reconstrucción del pasado, y cada persona tiene sus propios recuerdos que definen su identidad. “Haber estado allí, era para los veteranos de guerra, la prueba de legitimidad de su identidad genuina” (Guber, 2007, ¡62) ; con esto no se deja de entender que estos recuerdos no se dan en individuos aislados, sino insertos en una sociedad y un contexto específicos que los recepta; las memorias individuales están enmarcadas socialmente, por esta razón, es importante considerar que no todos los veteranos hicieron la misma reconstrucción del mismo acontecimiento. Desde aquí se parte entonces para entender la guerra, desde las memorias de los veteranos de Malvinas de la Ciudad de Rio Cuarto y de todo el país; teniendo en cuenta que la narración del pasado ofrecida por ellos será siempre su verdad, la parte del pasado depositada por ellos, la cual está en permanente transformación. Y hay que rescatarla como registro fehaciente de la guerra.
En el presente ciclo lectivo, nos proponemos profundizar la campaña anterior, no sólo incursionando en nuevas instituciones, sino impulsando en algunos centros educativos la formación de comisiones que integren a representantes de los docentes y el estudiantado, para que impulsen ellas, con nuestro respaldo, la tarea patriótica de crear conciencia sobre estas cuestiones de la soberanía nacional y de las ideas – fuerza fundadas y fundantes de la conciencia nacional que la realidad reclama. El incidente del submarino ARA San Juan será un infortunio más de la historia argentina o el motivo de una profunda reflexión que nos lleve a los lineamientos generales de una política nacional y de una soberanía efectiva sobre los territorios que custodian eternamente nuestros 44 centinelas. Las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, fueron, son y serán Argentinas!
Gustavo Matías Terzaga – Aurelio Argañaráz –
Comisión de Desarrollo Cultural e Histórico ARTURO JAURETCHE, Córdoba.
Proyecto Pedagógico Integral “ARA SAN JUAN en las escuelas”

