«De los pibes de Malvinas que jamás olvidaré»/Gustavo Matías Terzaga

La canción favorita de nuestro escudero Lionel Messi ya se convirtió en el himno argentino en Qatar y nos provoca un nudo en la garganta de la emoción cada vez que la cantamos. La creatividad de los hinchas argentinos nunca descansa: Patria, bandera y sentir nacional.

Cuando hablamos de soberania no solo hablamos de la recuperación de nuestros territorios ocupados ilegalmente por el imperio Británico, sino que, desde un enfoque holístico, incluye también el arte, la cultura, la educación, y por supuesto también el fútbol, que en estas latitudes del planeta ya es una metáfora de nosotros mismos. Tanto el fútbol como el rock tienen origen anglosajón y pareciera ser que nos los hemos apropiado y transformado en insignia propia aquí en la Argentina, incorporándolos al acervo cultural que se transmite de generación en generación y del cual se va construyendo el sentido de pertenencia a su alrededor.

La gesta patriótica de recuperación de nuestras Malvinas en 1982 fue una de la causas más heroicas e importantes, al menos de los últimos 150 años de nuestra historia nacional, y que la lamentable campaña de “desmalvinización” de posguerra no ha logrado desprender de ella los conceptos de causa grande y justa que anida aún en la conciencia patriótica y en la memoria histórica de nuestro pueblo. Lo vemos hoy claramente y de manera contundente, la selección nacional de fútbol y Malvinas, cierran la grieta y son el punto más alto por estos dias de unidad nacional.

Después de la guerra y aún antes de la finalización de las acciones bélicas, aparece un proceso de fuerte «desmalvinización” que cuaja como fruto de la colonización pedagógica que impide el surgimiento o fortalecimiento de nuestra conciencia nacional, que es lo que la cultura dominante no quiere que emerja.

La persistencia de esta campaña azuzada desde el norte durante todos los gobiernos democráticos desde 1983 en adelante procuró arrebatar el legítimo orgullo de nuestros combatientes de haber participado en dicha gesta. Desde las elites culturales y académicas nos imponen un relato falso de un país sin épica, sin héroes ni enemigos. En oposición, esa fervorosa cantidad de argentinos que siguen a la selección en Qatar en cada partido del Mundial les devuelve el orgullo a nuestros veteranos y reivindican la memoria de nuestros 649 héroes caídos en las islas. En cada estadio y al unísono en todo el país se canta el hit que alienta a la selección y el mundo entero da cuenta de lo que sentimos por ellos, por el Diego y por Lionel. Que maravilla de pueblo!

Nuestros combatientes de Malvinas, muchos de ellos partícipes de combates épicos, aún necesitan conocer de nuestro orgullo por el legado patriótico que nos dejaron.

La causa Malvinas constituyó uno de los pilares centrales del pensamiento nacional y siempre encontró una considerable acogida en los sentimientos y las sensibilidades populares.

En el transcurrir del tiempo el propio pueblo fue impulsando los homenajes a sus héroes y a la propia causa mediante la construcción de innumerables monumentos y adoratorios, la imposición de su nombre a las calles, plazas, escuelas, barrios, en las banderas de fútbol, tatuaje y canciones. Podríamos agregar que cuando el pueblo crea sus propios adoratorios, fija su identidad y va trazando el camino de su futuro entre dichos mojones hacia un destino mejor, y la causa Malvinas constituye tal vez uno de los mayores objetos de recuerdo y de culto en el país.

La “desmalvinización” va estrechamente vinculada con el pensamiento colonial, y para impedir que dicha colonización logre penetrar y desagarrar con más fuerza, es urgente la reconstrucción de nuestra conciencia a partir de un esquema de pensamiento nacional que contrarreste el desconocimiento histórico que es asiento de los prejuicios abstractos, la tilinguería, el cipayismo y demás zonceras del dispositivo colonial.

Entonces, debatir Malvinas implica debatir el carácter y la forja de la impronta de quienes han de protagonizar las futuras luchas por la liberación latinoamericana. La lucha sigue siendo política y cultural.

«¡En Argentina nací, tierra de Diego y Lionel,
de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré!»

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