Cuando la pandemia dejó en evidencia la imposibilidad de que las soluciones provengan desde los mercados libres, no pocos se apresuraron a señalar que la fecha de defunción del capitalismo en su fase más liberal y anti Estado está sentenciada por ser éste parte del problema. Sin embargo, nada cae “por su propio peso”; ni un sistema social de producción deja de existir tan solo por acumulación de yerros o por no resolver satisfactoriamente ninguno de los interrogantes que su doctrina pretendía responder. Por el contrario, todo cambio de las estructuras densas del funcionamiento social y de la economía es el resultado de una batalla política. Asistimos a ese conflicto. En los problemas que aquejan actualmente a nuestra economía se expresa “lo viejo” que persiste por no morir y “lo nuevo” que no termina por nacer